Historias de superación- La historia de Inés
Inés, como ella misma se define, es una persona muy normal, profesora de física y química en un colegio para alumnos de secundaria y bachillerato pero sobre todo una madre de tres hijos adoptados y el primogénito con diversidad funcional con autismo.
Si tuviera que resumir en una frase su historia, quizás sería:
Vivir la Diversidad como Normalidad.
HITOS QUE MARCARON SU VIDA
1/ La lucha por la adopción.
“Un proceso nada fácil y demasiado lento, algo que nos costaba entender cuando veíamos que los orfanatos estaban llenos de niños deseando tener unos padres y sin embargo se dilataba tanto en el tiempo todo el proceso, que los niños llegaban a crecer en los hogares con gran escasez de recursos”.
2/ Luchar por una atención digna.
“Una vez comenzó el desarrollo de Pablo y comprobar que no era normal, comparado con otros niños de su misma edad, empezamos a sufrir”.
“Veíamos que no andaba cuando le tocaba, que no hablaba cuando le correspondía y que no podía aprender a leer ni a escribir a pesar de todos los métodos utilizados hasta la fecha”.
“Retos que la vida te va poniendo delante que al principio te hacen sufrir mucho y luego vas aprendiendo de ellos hasta aceptarlos y normalizarlos como parte de nuestra cotidianeidad.”
3/ Ausencia de personas queridas.
FORTALEZAS UTILIZADAS
“Aceptación, Reconocimiento y desde ahí, intentar mejorarlo”.
Yo añadiría una GRAN Resiliencia.
“Le adoptamos con 6 meses y ya entonces no fijaba su mirada, no sujetaba bien el cuello y desde que llegamos a España, empezamos a consultar a especialistas y hacerle todo tipo de pruebas y estudios en centros especializados dirigidos porque yo era la que insistía en que su desarrollo no era normal. Nos dejamos guiar por los profesionales, sin llegar a tener un diagnóstico claro por todos ellos, salvo “falta de estimulación”. Así que, nos dedicamos a luchar para estimularle”.
“Paralelamente buscamos muchas asociaciones donde pudieran ayudarnos a nosotros como padres y al niño, y ahí aprendimos a relativizar nuestra situación, comparándola con la de los demás”.
“También hemos luchado muchísimo por integrarle en la sociedad, porque ésta no está preparada aún para acoger a personas con diversidad. Incluso en mi propio colegio no me apoyaron con Pablo, instándome a buscar otro centro, como si yo supiera cuál se haría cargo de su desarrollo escolar”.
“Cómo sabía que la ley ampara la integración escolar en un centro normalizado, le llevé a un colegio público en el pueblo de Guadalajara donde vivimos, pero los profesores no estaban preparados para afrontar sus necesidades. Cuando Pablo entró en este centro con 4 años, no controlaba los esfínteres y me impedían llevarle pañales, ni ropa de cambio, así que cada día me llamaban para ir a cambiarle personalmente. De los 5 hasta los 14 años, comenzó a tener episodios de epilepsia y se negaban a llevarle de excursión, por si le daba algún ataque, a pesar de instruirles en cómo debían actuar en tal caso que no sería diferente a su forma de actuar frente a cualquier otro incidente”.
“Al igual que en este camino me he encontrado con personas que no me han facilitado las cosas, ha habido otras como Inma y Raquel, dentro del colegio público, que me gustaría hacer una mención especial. No solo me han ofrecido su empatía sino también su implicación, dedicación y cariño para con Pablo. Se le llevaban los fines de semana al Zoo, intentaban concienciar a los demás profesores y tutores para que adaptaran sus clases a él también, y al resto de compañeros para que le aceptaran y quisieran tal y como es. Ellas son las que más me estimulaban y me daban fuerza para continuar”.
“Estuvimos en la Asociación Ada, muy implicados, hasta llegar a proponerme formar parte del comité directivo, que estaba dispuesta a acceder por seguir en la lucha compartida, hasta que un día me llegaron a decir que no podían llevarle a Pablo de ocio, porque su comportamiento alteraba el de los demás niños. Así que la dejé, porque no creo en una Asociación que no acepte a todo tipo de personas con diversidad funcional de cualquier tipo.
Ahora estamos con Caminando, nos sentimos muy acompañados y todo el mundo es muy solidario y empático que es justo lo que buscamos. Es mi Asociación ideal.
LEGADO
Era una lucha constante por incluirle en la sociedad de alguna manera. En este sentido, les hablo a mis alumnos de Pablo, les cuento como es, su comportamiento y lo que necesita, para enseñarles la inclusión y la normalización y lejos de recibir cualquier gesto de burla por parte de ellos, me escuchan con gran respeto.
Mis deseos serían:
- Normalizar a las personas con diversidad de cualquier tipo, implementando una asignatura académica donde se pueda enseñar en las escuelas la inclusión y normalización de cualquier diversidad funcional sin sentir discriminación ni los propios chicos ni sus familias.
- Me encantaría que los papás que tengan un hijo con discapacidad funcional, no tengan que luchar más que por el resto de sus hijos.
- No ocultar nada, contarlo todo.
- Unirme a otras familias que pasan por lo mismo y aunar esfuerzos.
- Ampliar las plazas en los centros de día o residencias para chicos con grandes dependencias y darles así la posibilidad de continuar su desarrollo una vez terminen la secundaria en centros de educación especial en vez de abocarlos a estar en casa y retroceder en lo aprendido. Nos hemos visto obligados a meter a una persona en casa para continuar su desarrollo.
“Me parece más humano e importante, invertir recursos para que haya más plazas en los centros de día para chicos como Pablo, que invertir en el cambio de farolas”
“Hemos conseguido adaptarnos y vivir nuestra normalidad, e invito a otros padres a hacerlo también… se puede”
Descubre su historia en esta entrevista:
Si queréis saber cómo lo ha hecho Inés y Vicente, no dudéis en enviarles vuestras dudas a ines.garciaalvarez@yahoo.es